
Tras las vacaciones estivales llega el momento de la vuelta al trabajo y las rutinas diarias. Lejos vemos ya las horas de relax a la orilla del mar, las comidas con los amigos, los paseos al atardecer y las tranquilas mañanas sin el sonido del despertador.
Recuperar nuestra rutina habitual puede convertirse en una situación angustiosa si nuestros recursos no son suficientes para lograr una buena adaptación. Esta desadaptación puede provocar el llamado estrés postvacacional.
El estrés postvacacional es un trastorno adaptativo en el que la persona responde con sintomatología clínica a un estresor específico: la vuelta al trabajo. Tras el periodo de descanso, no nos vemos capaces de responder al alto número de demandas que supone el retorno y desarrollamos una serie de síntomas que nos interrumpen en la calidad de ejecución de las tareas al igual que el trato con los compañeros o familiares.
¿Cuáles son los síntomas más comunes?
- Alteraciones en el sueño. Dificultad para dormir por las noches y somnolencia a lo largo del día.
- Visión negativista. Todo lo vemos demasiado costoso y con un gran número de inconvenientes.
- Debilidad generalizada y astenia. Nos sentimos cansados y sin ganas de realizar ningún tipo de tarea.
- Dificultad para concentrarse y desidia. Escaso interés por emprender cualquier tipo de trabajo o dificultad para concentrarnos en las tareas encomendadas.
- Disminución de la lucidez mental y escasa motivación. Nuestra creatividad no se encuentra en el mejor momento y nos cuesta reaccionar ante planteamientos que son habituales en nuestra rutina laboral.
- Falta de capacidad en la toma de decisiones. Nos sentimos inseguros ante nuestra falta de motivación. No se considera un buen momento para tomar decisiones importantes en el funcionamiento de la empresa.
- Irritabilidad. Puede conllevar problemas emocionales en casa y en el trabajo.
- Angustia y ansiedad hasta puntos donde la persona puede bloquearse.
- Tristeza por la vuelta a la "cruel rutina".
- Molestias estomacales. Como la sensación de nudo en el estómago.
- Dolores de cabeza.
- Falta de apetito.
¿Qué puedo hacer para recuperar el equilibrio de mi vida y adaptarme a mi nueva situación?
- Retomar nuestros hábitos de sueño y comidas. Se recomienda volver cuánto antes al descanso de las ocho horas reparadoras de sueño y evitar las siestas.
- Abordar primero las tareas más gratas y menos intensas que permitan una mejor adaptación.
- Paciencia. Esta situación será en la mayor parte de los casos algo temporal.
- Compatibilizar el trabajo con actividades de ocio. La posibilidad de una pequeña recompensa diaria nos permitirá encaminar el día de manera más positiva.
- No llevarnos el trabajo a casa. Una de las claves para evitar estrés laboral es aprender a desconectar de las tareas o problemas del trabajo. Nos servirá para estar más despejados y proactivos al día siguiente y disfrutar de nuestro tiempo libre.
- Aprender a priorizar y organizar tareas. Al llegar cada mañana a nuestro puesto de trabajo debemos dedicar unos minutos a determinar y evaluar las tareas que tengo pendientes para poder decidir cuáles debo realizar primero. Podemos establecer que jerarquía utilizaremos para la realización de las tareas o determinar un tiempo de dedicación para adelantar aquellas que considere igualmente importantes.
- Practicar deporte de manera habitual. El deporte siempre es una opción saludable al salir del trabajo. Nos permitirá liberar tensión y llegar a casa menos irritados.
- No adelantar acontecimientos. Una de las actividades "preferidas" de las personas que padecen ansiedad es adelantarse a los acontecimientos futuros. Intentaremos evitar los pronósticos a largo plazo e intentar situarnos en las tareas que ocupan nuestro presente.
- No estar pendientes del reloj. Se recomienda guardar nuestro reloj de pulsera dentro de uno de los cajones y emprender la tarea. No hay nada mejor para que el tiempo pase que estar con la mente ocupada. Si por lo contrario, decidimos pasar la mañana observando los segundos del reloj... el tiempo se hará eterno y acabaremos la jornada mucho más apáticos.
- Concederte pequeños placeres. Si la propuesta de ocio que hemos hecho anteriormente no va con tu estilo no tienes por qué perderte por ello tu merecida recompensa. Busca pequeños detalles que te hagan el día más feliz y dedícate un tiempo a ti mismo. Algunos ejemplos pueden ser: un baño de espuma, un paseo al atardecer por la ciudad, un postre que te apetezca especialmente... Es el momento de mimarte y desconectar de la actividad laboral.
- Positivismo. Búsqueda de nuevos motivadores a corto plazo como: futuros puentes, próximos fines de semana con la familia, una escapada romántica con tu pareja...
- Marcar pequeñas metas en el calendario. Felicítate al concluir con los trabajos pendientes y señala las actividades finalizadas que vayas realizando.
Si estos consejos no te ayudan a recuperar tu rutina diaria con ánimo y sientes que los síntomas descritos anteriormente no desaparecen en unas dos semanas aproximadamente, deberás acudir a un especialista para ayudarte a afrontar la vuelta al trabajo y descartar patologías anteriores que puedan haber agudizado ésta situación.
¡Feliz retorno laboral!